Las palabras no sólo hieren, también someten.
No cabe duda que así como los lenguajes evolucionan, incorporando acepciones que permitan hacer referencia a situaciones novedosas. Tales son los casos de los vocablos vinculados a Internet, como en su momento fueron los de la televisión, fotografía y cine. Era común escuchar haz un close up (acercamiento a la imagen) o un full shot (toma de cuerpo completo) o la palabra castellanizada, “paneo” al referirse a un movimiento de la cámara que va de un lado al otro manteniéndose sobre su mismo eje. Con Internet tenemos muchos nuevos verbos, como “escaneo” (copiar un texto a la PC) , “chatear” (conversar en un chat o messenger), blogear (escribir en un blog o bitácora)y otras palabras como “PC”, (personal computing).
Algunas de estas palabras no tienen equivalente en español y aunque no son aprobada por la Real Academia son empleadas por los usuarios de Internet. Estos vocablos serán oficialmente aceptados una vez que sean de uso generalizado.
Pero existen otras palabras cuyo significado es desvirtuado, supeditando su uso a una intencionalidad. Estos conceptos manejados por los políticos y reproducidos sin cuestionar por los medios de comunicación sometidos, reproducen una situación perversa.
Tal es el caso de la palabra secuestro, que se refiere a una actividad delictiva, donde se retiene a una persona y se demanda dinero por su rescate. Puede ver variantes: secuestro express, que se refiere a la retención ilegal de una persona a la que obligan a entregar el dinero que dispone de los cajeros automáticos. La perversión inicia, cuando los políticos comienzan a calificar y denigrar generalmente actividades realizadas por activistas sociales en defensa de las garantías de un grupo social. Por ejemplo el campamento que organizó en el 2006, Andrés Manuel López Obrador en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México en protesta por el fraude electoral cometido por el PAN, fue calificado como el “secuestro de la ciudad”.
Cuando la organización de campesinos de los 400 Pueblos realiza un plantón frente al monumento del Angel de la Independencia, los periódicos describen al acto como un “secuestro”, con lo que implícitamente se le da un calificativo de delito, con lo que se desvirtúan sus demandas, pero cuando fanáticos de futbol cierran las calles y hacen una mega fiesta durante toda la noche frente al Angel de la Independencia, los periódicos los califican como patriotas y modelo de lo que debe ser un mexicano.
Si los maestros marchan por las calles rumbo al Zócalo para protestar de sus pésimos salarios, están “secuestrando” las calles y convirtiendo a los automovilistas, en “rehenes”, pero si es una marcha de la clase media, como Iluminemos México o cualquier otro festejo religioso, se le define como un derecho y una manifestación de clamor social generalizado.
Así, los políticos apoyado por los medios de comunicación, distorsionan el lenguaje para desacreditar cualquier movimiento social.
Los medios de comunicación, aunque pretenden ser objetivos y simulen apegarse a la realidad, se han distinguido por estar supeditados al poder político y económico. Hacen eco de la manipulación del lenguaje de sus líderes, seleccionan los eventos a comunicar que más les conviene, escogen un ángulo informativo que no les comprometa, su apego a la realidad es relativo y sesgado, lo mismo, la profundidad del tratamiento de la información.
Otros casos, son las palabras libertad y blindaje. Ahora se libera el presupuesto lo mismo que los recursos provenientes de un acuerdo internacional como el Plan Mérida, donde el gobierno de los Estados Unidos se encarga de las liberaciones.
En cuanto a blindar, se blindan las elecciones, el presupuesto, hasta las pensiones están blindadas. Curiosamente las palabras afectadas hacen referencia a cuestiones de seguridad pública, que sumada a la gran cantidad de notas periodísticas que se refieren a actividades delictivas, contribuyen a generar un ambiente de miedo en la sociedad.
Lo que nunca se verá en los medios informativos es que se liberarán los salario, se blindará la libertad de expresión y la igualdad de género y que los políticos ya no secuestrarán el presupuesto en sus cuentas personales.
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