¿Es realmente Obama una esperanza para el México?

Barack Obama se ha convertido en un mito moderno. Los gobiernos de casi todos los países del mundo vislumbran una esperanza de que con él, los EUA no serán más un imperio de políticas unilaterales, soberbio e impositivo; en cambio los pueblos, ven a Obama como un héroe que logró vencer al sistema que en la actualidad tiene sumido al Mundo en terrible depresión económica.

Es evidente que Obama significa el inicio de una nueva época y por ende cambios, los cuales no se concretarán al 100% ni serán extensivos a todo el planeta. En los EUA las distintas fuerzas propugnan por existir y la convivencia reclama ciertos grados de negociación.
La situación por la que atraviesan los EUA de haber ganado John McCain hubiera derivado en mayores confrontaciones. La llegada de Obama destensa los conflictos y establece la necesidad de encontrar opciones que regulen las acciones del capital.

Gobiernos de países como México se encuentran atrapados en una crisis de la que no tienen control, debido a su incapacidad de establecer una economía sólida, independiente de los vaivenes económicos de los EUA. Los políticos muestran desesperación por las medidas que se siguen al norte: endurecimiento de las fronteras, despidos de trabajadores, contracción de los mercados y políticas proteccionistas como “Buy American”.

Los políticos mexicanos, esperan que Obama no aplique la ley de su país en caso de la migración ilegal, no se proteja con el muro donde el trafico de drogas se ha tornado un aspecto de seguridad nacional, “no modifique” el Tratado de Libre Comercio, no suspenda compras de materias primas, apoye con recursos económicos el combate al narcotráfico, entre otras cosas.

Pero los políticos no hablan de proteger a sus trabajadores generando empleos en México para que no tengan que emigrar o que se respetarán las garantías mínimas de los trabajadores. Sabemos que México está ahogándose en la corrupción, que las mismas autoridades son parte de la delincuencia organizada.

La admiración fingida de los políticos termina cuando se les cuestiona ¿hasta dónde emularían a Obama? Entonces el silencio. Imposible. Ello significaría la aplicación de medidas que fortalezcan la democracia, la pérdida de poder, el involucramiento de los ciudadanos en la toma de decisiones y el respeto de los derechos de los trabajadores, entre otras cosas.

Si hubiera una intención de cambio se vería en las elecciones el intento de involucrar a la ciudadanía en el proceso. Se dejaría detrás el discurso impositivo y sin compromiso de los partidos políticos.

Desafortunadamente, en México continuará la disimulación de los políticos por representar
nuestros intereses como ciudadanos y como Obama no es un profeta y menos aún el salvador, y el Mundo para nada gira en torno a México, todo seguirá igual. Obama es sólo el presidente de los EUA cuyo único compromiso adquirido al inicio de su mandato, fue servir a su país con el mejor de sus esfuerzos.